De la Heteroregulación a la Autoregulación

Los pacientes acuden a los profesionales de la salud mental cuando sienten que algo se les descontrola. Puede ser ansiedad, angustia, un pensamiento obsesivo, una conducta compulsiva, sus propios estados de ánimo… «¿qué me ocurre? sé que debería ser capaz de controlar…. pero no puedo…¿cómo lo hago?»

El descontrol nos lleva a sensaciones de frustración, impotencia, vergüenza, culpa… qué lejos de ayudar a la regulación, pueden aumentar el descontrol inicial. La persona puede sentirse totalmente desvalida, incluso cuando cierta capacidad racional y lógica queda más o menos preservada.

Este estado de «desvalimiento» nos lleva a la primera infancia, momento clave para la constitución del aparato psíquico humano. El recién nacido viene al mundo en un estado de desvalimiento total, incapaz siquiera de poder hablar para comunicar sus necesidades. El llanto y la comunicación no verbal son los únicos indicadores para los cuidadores.

Así, pacientemente, se va creando un vínculo dónde el bebé manda señales al cuidador y éste, no sólo las descifra sino que devuelve algo más. Ése «algo más» son las interpretaciones que el adulto da a los estados del bebé, y que el cuidador trasmite con sus palabras, con su estado de ánimo y  con su cuerpo. Por ello, no es lo mismo la madre que dice frente al llanto del bebé «mi gordito ya tiene hambre» con alegria y relajación, que otra que cae en desesperación «ya está otra vez llorando».

Toda esta función de cuidado se traduce en una «regulación» de las necesidades de la cría humana. Así, todos en un primer momento, hemos necesitado de una «heteroregulación»: otras personas nos han cuidado y ayudado, dejando que poco a poco nosotros tomemos el control sobre el autocuidado. También les hemos visto a ellos cuidarse mutuamente, entre la pareja parental, con amigos o con otros familiares.

Todas estas vivencias crean marcas, las vías que utilizaremos automaticamente como adultos cada vez que haya una situación de displacer.

Así, frente un aumento de tensión hay personas que son impulsivas, otras excesivamente rumiativas. Algunos comen en exceso, toman sustancias o generan un comportamiento adictivo. Otros descargan la tensión en forma masiva en los allegados, con un discurso ansiógeno, con ira o generando culpa para lograr atención. También están aquellos que jamás se dejan acompañar: informan de sus problemas una vez superados pero en la crisis, aunque son incapaces de autoregularse, se aislan.

Pasar de la heteroregulación a la autoregulación no es un camino sencillo ni cerrado. Siempre necesitamos de cierta heteroregulación, como en el nacimiento de un bebé o en el fallecimiento de un ser querido donde lo habitual es una movilización de la red vincular para sostener a la persona en estado de vulnerabilidad.

Podemos hablar de la necesidad de terapia cuando la persona no dispone de formas de autoregulación quedando en simbiosis psíquica con el entorno, o cuando estos mecanismos ponen en riesgo su bienestar como en las adicciones o en la psicosomática, dónde el cuerpo sostiene el exceso de tensión que no se puede elaborar enfermando.

Si te reconoces en alguna de las situaciones anteriormente expuestas, nuestros psicólogos online ofrencen terapia estés dónde estés. También tienes disponible el servicio presencial en nuestra consulta de psicología en Villaviciosa de Odón.